Héctor Estrada / Columna

En la Mira / Héctor Estrada

La ruptura entre Eduardo Ramírez y Arturo Penagos

La relación entre Eduardo Ramírez Aguilar y Arturo Penagos Vargas parece haber llegado finalmente a un punto de quiebre sin retorno. Los desencuentros generados por las constantes apariciones públicas de Penagos Vargas junto a

Fernando Castellanos Cal y Mayor terminaron por reventar la ira de Ramírez Aguilar el pasado 29 de octubre con la aparición protagónica del alcalde tuxtleco en el multitudinario aniversario de la organización Antorcha Campesina en la que Penagos Vargas tuvo mucho que ver.

Resulta que Arturo Penagos fue quien fungió como interlocutor y gestor de la populosa celebración realizada en el Estadio Víctor Manuel Reyna. Fue uno de los responsables de brindar las facilidades a la dirigencia Antorchista para acercar a potenciales figuras de la política interna a fin de que coadyuvaran con el evento. Ahí es donde parece estar el meollo del disgusto que hoy ha provocado un aparente rompimiento irreconciliable.

Y es que, tiempo antes, la primera invitación de Penagos Vargas para acudir al evento de Antorcha Campesina había sido exactamente para Eduardo Ramírez; sin embargo, éste último menospreció el poder de convocatoria de la organización y rechazó lo posibilidad. Para Ramírez Aguilar la idea de que los antorchistas llenaran el estadio era prácticamente imposible y decidió no arriesgarse a acudir a un evento “desangelado”.

Luego sucedió luego ya es del dominio público. El invitado final fue a Castellanos Cal y Mayor y la gloria del evento se la llevó él. Fue eso lo que desató una ira descontrolada desde la Junta de Coordinación Política del Congreso de Chiapas. La reacción de Eduardo Ramírez contra Arturo Penagos Vargas y su equipo de trabajo fue drástica.

No pasaron muchas horas para que Ramírez Aguilar ordenara, mediante Mariano Díaz, prácticamente el desalojo del Contralor, Erick Ocaña, y el Director de Informática, Víctor Cáceres, miembros del equipo cercano de Penagos Vargas. La represalia inmediata implicó, incluso, el uso de un cerrajero para abrir las puertas de las oficinas y sacar las pertenencias de los antes citados. El procedimiento por demás arbitrario fue ejecutado por el mismo Mariano Diaz, evidentemente sin que los involucrado fueran notificados de su despido.

El hecho desencadenó la inevitable ruptura entre ambos legisladores. Por eso hoy el acercamiento entre Arturo Penagos y Roberto Albores Gleason parecen más estrecho. La posibilidad de que Penagos Vargas se sume al proyecto político del ex dirigente priista está muy cerca de consumarse y la decisión parece irrevocable, por lo que no debería extrañar que muy pronto la nueva suma de fuerzas rumbo al 2018 se haga pública.

Lo sucedido al interior del legislativo chiapaneco deja además una alarmante lectura sobre el comportamiento violento y arbitrario de Eduardo Ramírez. Sus procedimientos iracundos como los de hace unos días exponen sus métodos violentos para responder ante circunstancias adversas. Si así se comporta hoy como presidente de la Junta de Coordinación Política en el legislativo estatal es posible imaginar lo espera como posible mandatario estatal… así las cosas.