Héctor Estrada / Columna

En la Mira / Héctor Estrada

*** No habrá 4ª transformación sin justicia

La ola de críticas desatadas desde que la bancada de Morena en el Senado otorgó la licencia de Manuel Velasco para regresar al gobierno de Chiapas como su propio sustituto ha puesto al  partido de Andrés Manuel López Obrador y su partido (ahora mayoritario en el Congreso de la Unión) sobre la mesa del inevitable escarnio público.

Y no es para menos. La ya públicamente reconocida alianza entre Obrador, Morena, Velasco Coello y el Partido Verde han colocado en duda la congruencia del partido y veracidad de esas promesas que aseguran una transformación de fondo en el país para poner fin a la impunidad y la corrupción sistemática.

Velasco y el Partido Verde Ecologista representan justamente lo peor de las prácticas políticas en México. El mandatario chiapaneco no sólo torció la constitución local y violó la federal para poder ser dos veces gobernador de Chiapas, ese ha sido el menor de los males para el pueblo de Chiapas.

La peor herencia del protegido de Obrador tiene que ver con la pobreza, la inestabilidad social, el saqueo, el endeudamiento, el autoritarismo, la ingobernabilidad y la violencia mortal, entre otros tanto males que hoy tienen a Chiapas en una de sus peores crisis. No hay temor a equivocarse al asegurar que Velasco Coello es considerado ya uno de los peores o el peor gobernador que la entidad chiapaneca ha tenido en las últimas décadas.

Junto a la familia González Torres, han hecho del partido verde uno de los más claros ejemplos de corrupción, conveniencia y cinismo dentro de la política nacional. No sólo han sido los principales cómplices del gobierno priista, han estado involucrados en numerosos casos de presunto tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito y hasta lavado de dinero.

El Verde y Velasco han manipulado las leyes para arrebatar espacios destinados a la equidad política entre hombres y mujeres y usurpar candidaturas pertenecientes a los pueblos indígenas. Diputaciones federales que por cierto ahora forman parte de la nueva bancada Morena como parte del intercambio político entre esa nueva alianza partidista.

Es justo ahí donde se endurecen los cuestionamientos sobre la congruencia de Obrador y Morena. Y no se trata de simple golpeteo político como algunos han tratado de minimizar al desencanto social. Se trata de un reclamó desesperado de quienes depositaron su confianza en un proyecto que prometía esperanza de cambio y hoy se pasea negociando con su mayor verdugo.

Si se trata de una maquiavélica estrategia política en donde “el fin justificará los medios”, aunque duela reconocerlo, el futuro para México no luce tan distinto al de los últimos años. De nada servirán las promesas y medidas superficiales mientras no exista justicia social, mientras la impunidad y el cinismo sea una práctica que traspase sexenios o buenas intenciones.

Si bien Andrés Manuel López Obrador ha asegurado que no se convertirá en un persecutor de políticos rapaces tampoco resulta ético que insulte a la dignidad del pueblo, solapando, protegiendo, negociando y haciendo alianzas con quienes tanto lo han lastimado por años. Y si finalmente se trata de un costo que se tendrá que pagar para alcanzar acuerdos, lamento informarle al señor Obrador que el costo ha sido ya demasiado alto… así las cosas.