Mario Caballero / Columna

Letras Desnudas / Mario Caballero 

*** López: un espectáculo de la ocurrencia

Si Vicente Fox fue disparatado, Felipe Calderón un borracho violento y Enrique Peña Nieto un ignorante, todo apunta que Andrés Manuel López Obrador será un mandatario ocurrente. En el cierre Mundial de Robótica, dijo: “Tenemos que cuidar las energías no renovables, las energías fósiles; tenemos que heredar a las nuevas generaciones petróleo, gas y no derrochar nosotros esos recursos”.
¡Vaya! No hay modo de desmentir que el futuro presidente se quedó atrapado en los años sesenta o setenta del siglo pasado. Se le ocurrió hablar de cuidar las energías fósiles en un evento de innovadores, y lo hizo cuando la tendencia mundial son las energías alternativas y renovables, cuando los vehículos de combustibles fósiles tienden a desaparecer, cuando en China los autos eléctricos comienzan a ser el futuro y se contempla la prohibición de los autos de combustión.
No digo que ser ocurrente sea malo. Porque si la ocurrencia es mordaz o irónica, la plática entre amigos se vuelve más divertida. No así en un gobernante, porque eso en lugar de alentar la confianza pone en entredicho la capacidad, la inteligencia y la aptitud de quien se espera un buen gobierno. En estos tiempos en los que la tecnología ha avanzado tanto, pedir que se conserven el petróleo y el gas para las futuras generaciones es no saber de lo que se está hablando.
López Obrador ganó toda la legitimidad posible para controlar el destino del país por los siguientes seis años, pero no debe hacerlo a punta de destellos de buen humor ni con arranques de ingeniosidad. Con Fox ya tuvimos seis años que empezaron como una esperanzadora aventura democrática y terminaron siendo un mal chiste, y estamos por finalizar un sexenio que se excedió en todos los límites permisibles. Suficiente con eso.
Infiero que muchos no estarán de acuerdo conmigo de que el Tren Maya y la nueva refinería son dos infames y desafortunadas ocurrencias de AMLO. Hay muchas otras por supuesto, pero éstas son las que están en el ojo del huracán. Trataré de explicar por qué en las siguientes líneas.

Explicando y nos amanecemos
A simple vista, el proyecto del Tren Maya parecer ser muy beneficioso. Consiste en una obra ferroviaria de grandes dimensiones que busca detonar el desarrollo económico del sureste del país, una de las zonas de mayor marginación en México que ha permanecido abandonado por los anteriores gobiernos.
Su costo será entre 120 mil y 150 mil millones de pesos, y se construirá en sólo cuatro años, un tiempo récord para un plan ferroviario que abarcará los principales destinos turísticos como Cancún, Tulum, Calakmul, Palenque y Chichen Itzá, que corresponde a mil 500 kilómetros de vías. Y según comentarios de Miguel Torruco, quien será el titular de la Secretaría de Turismo, será un medio que transportará pasajeros y mercancías.
Pero ¿qué tan viable es? En primer lugar, el proyecto ni siquiera existe. López Obrador lo anunció y dijo que en tres meses estaría hecho en papeles. Y eso ningún experto lo cree posible. Una mega obra como esa no se hace desde el escritorio de una oficina y menos en ese tiempo. Se requiere de cientos de estudios, muchísimo dinero, decenas de trabajadores y de un grupo de profesionales que tiene que internarse en la selva.
Si comparamos, el gobierno de Peña Nieto anunció en 2012 la puesta en marcha del Tren Transpeninsular, una obra de 278 kilómetros que uniría los estados de Quintana Roo y Yucatán. Tres años más tarde se canceló por falta de recursos. Otra obra similar fue la del Tren de Alta Velocidad México-Querétaro, que también quedó truncada por el mismo motivo, y eso que su construcción era nada más de 210 kilómetros.
De tal manera, ¿de dónde sacará el dinero Andrés Manuel para ejecutar la obra? Dice el tabasqueño: “Para financiar este programa se van a utilizar los fondos que se recaudan del impuesto al turismo, como no va ser suficiente, se va a hacer una convocatoria para buscar una sociedad con la iniciativa privada”.
La inversión pública se estima en unos 28 mil millones de pesos, cuyo monto saldrá del Derecho de No Residente (DNR), un impuesto que se le cobra a los turistas extranjeros y que el año pasado dejó ingresos por 6 mil 700 millones. Cabe mencionar que esos recursos son utilizados para la promoción turística de México. Por lo cual, si se destinan al Tren Maya se estarían cancelando todas las campañas de publicidad y promoción para el sector turístico por los próximos 25 años. ¿Cómo se interesarán los turistas por las bellezas de México?
Pablo Azcárraga, presidente del Consejo Nacional Empresarial Turístico, dice que tomar ese dinero puede llevar a que de los 43 millones de turistas extranjeros que se esperan recibir en el año, se caiga a 20 millones o menos. Eso acarrearía problemas económicos serios y cierres de negocios dedicados a este giro.
Por otro lado, el Tren Maya funcionará durante el día como transporte de pasajeros y por la noche transportará mercancías. Por lo que Eduardo de la Peña, un consultor experto socio de infraestructura de Deloitte en México (empresa de servicios profesionales), afirma que eso no será posible porque históricamente los trenes de pasajeros no son rentables financieramente hablando, y aunque en este momento la península de Yucatán es un receptor relevante de carga proveniente del centro del país, no genera un flujo de mercancías importante como para ser tomado como ruta comercial.
Sólo por eso es muy difícil que los empresarios se animen a invertir, porque no les dejaría ninguna ganancia.
Finalmente, se sabe que el periodo de construcción es muy variable y depende mucho de la complejidad orográfica de la zona, las integraciones urbanas, las estaciones, todo ello contando que se tiene la aprobación de los proyectos y los terrenos para empezar a construir. Hay que reconocer que los conflictos de propiedad de la tierra siempre han sido factores que pueden afectar el desarrollo de infraestructura y que en muchos casos ha provocado la cancelación o retrasos de las obras. En otras palabras, no se terminaría en el tiempo que López Obrador dice.
Por todo esto podemos deducir que el Tren Maya de AMLO se parece más a una buena intención gubernamental que a una obra realmente realizable.

¿Y la refinería?
En cuanto a la nueva refinería que el presidente electo dice construirá en Tabasco a partir del siguiente año en un intento de reducir el costo de los combustibles en nuestro país, no le conviene a México.
Andrés Manuel anticipa que costará 6 mil millones de dólares y que su construcción tardará no más de tres años. Pero, por ejemplo, pensando que México contara con la mejor flota de construcción líder del mundo, el proyecto se terminaría entre 5 y 6 años para que funcione adecuadamente. Esto en el mejor de los casos.
Ahora, tomando en cuenta el incremento de los aranceles que Trump hizo sobre el aluminio y el acero, para una refinería de 150 mil barriles el costo se dispararía hasta los 12 mil millones de dólares, y si esta se construye con una capacidad para 300 mil barriles (más grande que la de Salina Cruz), la cifra aumenta hasta 16 mil millones de dólares, casi el triple de lo que AMLO presupuestó.
No hay que olvidar que la producción de petróleo en México ha caído considerablemente, y si no se puede garantizar una buena producción de crudo a largo plazo para esta refinería el problema sería grave. Y si el país deja de exportar crudo para meterlo a las refinerías, es todavía más grave pues se caería en un problema de finanzas públicas donde los ingresos petroleros aportan el 15% del presupuesto.
Además, PEMEX ya tiene comprometido un volumen de crudo para sus complejos refinadores, por lo que tendría que importar alrededor de 200 mil barriles diarios de crudo para abastecer a la nueva refinería. Lo que estaría provocando sustituir la importación de gasolinas por crudo.

Qué alguien le explique
¿Qué está pasando en la cabeza de López Obrador? No lo sé. Pero lo que en verdad me sorprende es que nadie de su gabinete, en su mayoría con el grado de doctorado, le pueda decir que lo que está proponiendo es erroneo que engrandecerá los problemas en lugar de resolverlos.
Como no creo que AMLO tenga la suficiente capacidad como para retractarse, no sé hasta dónde iremos a parar con sus ocurrencias.
Me gustaría saber es si aquellos que votaron por él siguen confiando, ¿o será que ya se arrepintieron? ¡Chao!

@_MarioCaballero