Mario Caballero / Columna

Letras Desnudas / Mario Caballero

*** La mafia cubana

El título de este texto es descriptivo. No existe mejor concepto para describir a un grupo de académicos originarios de Cuba que durante años han hecho de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas su feudo. Porque una mafia corrompe, coacciona, chantajea, roba, extorsiona, viola las leyes, se apropia del trabajo de terceros y se enriquece impunemente: así como ellos.
Ese grupo está integrado por los catedráticos Joel Moreira Acosta, Joel Pantoja Enríquez, Guillermo Rogelio Ibáñez Duharte, Roilan Iglesias Díaz y Juan Andrés Reyes Nava, quienes desde el Instituto de Investigación e Innovación en Energías Renovables (IIER) de la Unicach han venido cometiendo una serie de irregularidades que no sólo les ha dado poder dentro de la institución educativa, también los ha convertido en prósperos empresarios.
Siendo Cuba un país pobre, con hambruna, sin falta de oportunidades, gobernado desde hace más de cincuenta años por la dictadura de los hermanos Castro y donde las libertades están coartadas, la población huye de la isla a la primera oportunidad que se le presenta.
Otros aprovechan que son enviados al exterior por el gobierno que desde hace varios años hizo de la venta de servicios profesionales, como médicos o educativos, la principal fuente de divisas. Nada más en 2016 los ingresos obtenidos por ese rubro fueron de 11 mil 543 millones de dólares, muy por encima de sectores como el turismo. Pero una vez que están en el extranjero, ya no regresan.
Por lo tanto, se desconoce si los académicos cubanos en cuestión llegaron a México vendidos por el régimen castrista o huyendo del hambre. Pero no cabe la menor duda que su permanencia en el país les ha dado todo lo que nunca hubieran podido tener en su respectiva nación.

LA INVESTIGACIÓN
Ingresaron a la plantilla docente de la Unicach entre 2011 y 2016, pero años antes trabajaron en la Universidad Politécnica de Chiapas de donde fueron despedidos por presuntos actos de corruptela y tráfico de influencias.
Una investigación reciente descubrió que a través de la IIES, organismo cuya misión es la realización de investigaciones relacionadas con el aprovechamiento de las fuentes renovables de energía y formar especialistas de alto nivel en ese campo para contribuir en el desarrollo sustentable del país, dichos cubanos han tejido una red de corrupción que incluye a maestros, estudiantes, empresas y prestanombres que son utilizados para acaparar recursos que la Universidad destina a los diversos proyectos de investigación.
Entre las faltas administrativas o legales que han cometido reiteradamente está la compra de materiales por asignación directa. Situación que viola el Reglamento de Adquisiciones, Arrendamiento de Bienes Muebles y Contratación de Servicios de la Unicach, que en sus artículos 15 y 16 establece que dichas compras deben hacerse por licitaciones públicas.
No es todo. Los académicos cubanos cayeron en conflicto de intereses, pues invirtieron directamente todos los recursos que la Universidad designaba para el desarrollo de investigaciones de energías renovables a empresas de su propiedad o en aquellas en las que son socios los Doctores Joel Moreira y Joel Pantoja. Como Chiapas Solar, Grupo Solar Chiapas, Solar Energy y Grupo Enerti Chiapas. Todo un emporio de dudoso proceder.
De acuerdo a las investigaciones, esas compañías operan bajo prestanombres, que según se sabe son maestros que trabajaron en la Unicach y alumnos que los cubanos tuvieron en la Universidad Politécnica de Chiapas.
El Doctor Joel Moreira Acosta funge como director del IIIES, y junto con su equipo de investigadores ha desarrollado veintiséis proyectos de investigación, pero que ha patentado a su nombre, de otros académicos e incluso de estudiantes en un franco abuso y violación legal, ya que esas patentes debieron ser registradas a favor de la Universidad, que aportó los materiales, el equipo, la infraestructura, los laboratorios, los vehículos y, principalmente, el financiamiento.
Eso es un robo. Porque los beneficios que pudieran obtenerse del sistema de secado con acoplo para estufa ecológica, con número de registro MX-A-2018000642, que se desarrolló con recursos de la Unicach, por ejemplo, irán a parar a los bolsillos de Joel Moreira, quien se adueñó de la patente. Eso por mencionar algo.
Pero el fraude no acaba ahí. En un artero atropello, mencionados investigadores han solicitado al Cocytech, hoy Instituto de Ciencia, Tecnología e Investigación del Gobierno de Chiapas, recursos económicos para el registro de las más de 26 patentes ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, pero utilizando el nombre de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.

CHANTAJISTAS Y ARBITRARIOS
Moreira, Pantoja, Ibáñez, Iglesias y Reyes Nava se dicen partidarios del marxismo, que consiste en una ideología que desprecia el capitalismo y aboga por la construcción de una sociedad sin clases y sin Estado, es decir, donde todos seamos iguales pero sin ley.
Debido a eso no respetan ninguna autoridad. Rechazan cualquier norma que les impida seguir acaparando poder y riquezas. Lo peor de todo es que han logrado seducir a todo el cuerpo docente del IIIER para oponerse a cualquier decisión institucional y no respetar los procesos administrativos, especialmente aquellos que tengan que ver con la asignación de recursos.
Irónicamente, dicen despreciar a los hombres de dinero, pero ellos mismos se han convertido en empresarios que presumiblemente han amasado grandes fortunas con dinero de la Universidad.
Hoy, se dice que los investigadores cubanos están pagando a varios periodistas (un puñado de sicarios verbales) que operan una campaña mediática para desprestigiar a la actual administración universitaria, otros grupos académicos y líderes sindicales. Realizan además ruedas de prensa y utilizan las redes sociales para propagar información falsa. En su desesperación han enviado oficios a instancias gubernamentales en las que hacen acusaciones sin ningún fundamento.
¿Por qué hacen todo ese despliegue de incriminaciones hipócritas y mentirosas? Simple, porque no quieren perder la minita de oro. Se niegan a cumplir la normatividad, los reglamentos, las leyes que los obligan a actuar con responsabilidad y transparencia en el manejo de los recursos de la Universidad. En otras palabras, no quieren ganar honestamente la riqueza que durante años hicieron en la opacidad y el abuso.
Por otro lado, ¿con qué autoridad moral hacen juicios sobre los trabajos de la actual autoridad universitaria? Dice un dicho que para tener la lengua larga hay que tener la cola corta.
Porque además de los delitos antes mencionados, el área jurídica de la Universidad ya ha iniciado un procedimiento administrativo para la remoción de Joel Moreira y Nein Farrera Vázquez, todavía secretario de Vinculación y Extensión del IIIES, quienes son profesores de tiempo completo en la Universidad del Valle de México (UVM), cuando el Reglamento de Ingreso, Promoción y Permanencia de la Unicach sólo permite un trabajo alterno de no más de diez horas.
Lo mismo sucede con el Doctor Jorge Evaristo Conde Díaz, quien sin pertenecer a la nómina de la Unicach, ha insistido en intervenir en asuntos de la institución. Renunció en enero de 2017 para ocupar una plaza de Cátedras Conacyt, y este último organismo es el que le paga su sueldo. De tal modo, el proceso de su destitución ha sido motivado por meter las narices donde no debe, faltando con ello al reglamento de Conacyt.

¿QUÉ SIGUE?
Nadie puede llamarse a engaño. Los académicos cubanos de la Unicach no son personas honestas, sino chantajistas con títulos de Doctor que buscan seguir enriqueciéndose ilícitamente con dinero de la institución, que también es dinero de los chiapanecos.
Por lo antes mencionado, las autoridades competentes deben girar investigaciones hacia los “investigadores” cubanos que han secuestrado la Universidad y pedir que el SAT audite las empresas con las que han lucrado con los recursos del Instituto de Investigación e Innovación en Energías Renovables. Sin dejar pasar, por supuesto, la constitución legal de dichas entidades comerciales, las autenticidad de las declaraciones fiscales y la licitud de sus operaciones.
A la sazón, el grupo de académicos cubanos sí es una mafia, porque ha corrompido, coaccionado, chantajeado, robado, violado las leyes, se ha apropiado del trabajo de terceros y enriquecido impunemente. ¡Chao!

@_MarioCaballero