Mario Caballero / Columna

Letras Desnudas / Mario Caballero

*** Cobardía y doble moral

Cobardía no es una simple palabra de ocho letras con un significado preciso, el de los diccionarios. Es mucho más compleja que eso y contiene cientos de interpretaciones, de razones, consecuencias y miles de millones de justificaciones.
Por tanto, hay cobardes por comodidad y cobardes por educación. Por inseguridades y por ignorancia. Hay cobardes que nunca encontraron una razón que defender en la vida y quienes sí la hallaron, prefirieron cuidar sus pesos. Aunque, a decir verdad, hay de cobardes a cobardes. Como aquellos que por no enfrentar a nadie van por detrás y clavan puñales por la espalda, y los cobardes que, por cobardes, viven del oportunismo y siempre usan una máscara de moralidad sonriente.
Como el exgobernador José Patrocinio González Blanco Garrido que, después de 25 años, culpó públicamente a Manuel Camacho Solís de haber sido el creador del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), aduciendo que el ex priista tenía motivos políticos de peso para hacerlo.
¿Por qué lanzar esa acusación hasta ahora? Más importante todavía, ¿por qué no lo hizo cuándo Manuel Camacho estaba vivo?
No veo qué importancia tenía hacer esa confesión a un medio local que ni siquiera hizo alusión a lo afirmado por el exmandatario. Cualquiera puede hablar a toro pasado. Lo importante aquí es saber cuál es el propósito del exmandatario de ganar reflectores con revelaciones escandalosas. Y, por supuesto, ¿tiene la suficiente calidad moral para sostenerlas?

UNA MORAL PLAGADA DE INJUSTICIAS
José Patrocinio González proviene de una familia que ha estado por lo menos cien años en el poder. Fue gobernador de Chiapas del 8 de diciembre de 1988 al 4 de enero de 1993. Y el saldo de su administración fue un estado sumido en la pobreza y la violencia, con encarcelamientos injustificados, asesinatos y desapariciones forzadas. Fue ese un periodo despótico y represor, conocido como el “Imperio de la ley”.
Bajo el discurso de combate a la corrupción Patrocinio encarceló a líderes políticos y sociales, pero especialmente a exfuncionarios y gente que estuvo ligada al exgobernador Absalón Castellanos Domínguez. Incluso envió a la sombra al sacerdote Joel Patrón.
Los primeros encarcelamientos sucedieron el 12 de enero de 1989, con la detención de Silvino Reyes Calderón, exsecretario de Desarrollo y Obras Públicas, y de Hugo Calderón Vidal, exjefe administrativo, a quienes culpó sin pruebas de cometer irregularidades en las asignaciones de obra pública. A ellos se sumaron los arrestos de más de 20 presidentes municipales, gentes del general Castellanos Domínguez.
Tratando de maquillar como justicia lo que en los hechos era una cacería de brujas, en julio del mismo año, dijo: “Más de un centenar de funcionarios federales, estatales y municipales se encuentran actualmente en proceso de investigación por ilícitos cometidos en el desempeño de su función, que van desde corruptelas hasta abuso de poder”. Sin embargo, muchas de esas detenciones fueron arbitrarias, sin el debido proceso y violando los derechos humanos de los supuestos delincuentes.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas informó que en el primer año de gobierno de Patrocinio se registraron 362 violaciones a los derechos humanos, resumidas en 14 asesinatos, 10 detenciones improcedentes y 15 desapariciones. Hubo, además, conflictos agrarios en 48 municipios, siendo Pijijiapan con el peor resultado: 9 campesinos asesinados por arma de fuego. Entre los ultimados están el entonces líder de la CIOAC, Sebastián Pérez Núñez, y Arturo Albores Velasco, líder de la OCEZ, férreos opositores del régimen.
En el imperio de la ley los medios de comunicación también fueron duramente golpeados. Por ejemplo, en noviembre de 1989, el Observador de la Frontera Sur fue sujeto de una investigación fiscal que duró más de un año. Fue la primera intimidación de González Blanco Garrido. Le siguió el periódico El Día, en ese momento dirigido por Jorge Toledo Coutiño (q.e.p.d.). Ese diario fue incautado en junio de 1990, el director fue infundadamente enviado a prisión acusado de narcotráfico y, el 7 de junio del mismo año, Alfredo Córdova Solórzano, corresponsal de Excélsior, sufrió un atentado que le produjo la muerte tres días después.
En esa ola de represión gubernamental tuvo mucho que ver Ignacio Flores Montiel, a quien el exgobernador Patrocinio González nombró coordinador general de todas las policías del estado (Judicial, Seguridad Pública y hasta la de Transito). Hizo ese nombramiento a pesar de la crítica, pues Flores Montiel tenía la fama de ser un policía corrupto que estuvo en prisión en 1979, siendo secretario de Seguridad Pública del gobernador Salomón González Blanco, padre de Patrocinio, acusado de quedarse con el botín de un asalto al Ingenio de Pujiltic.
Entre 1991 y 1993, ocurrió una matanza de homosexuales. 15 murieron en total, aunque organismos civiles alegan que fueron más de treinta. Se dijo que Ignacio Flores había cometido los homicidios bajo las órdenes del gobernador. Otro rumor fue que por instrucciones salidas de Palacio de Gobierno asesinaron a tiros al periodista Roberto Mancilla Herrera, quien según poseía información que comprometía al mismísimo Patrocinio con temas de homosexualidad.
González Blanco Garrido abandonó el cargo los primeros días de enero de 1993 para asumir la Secretaría de Gobernación durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari. Y desde entonces se ufana al decir que nadie puede tacharlo de corrupto porque nunca robó un peso a los chiapanecos.
Sin embargo, ¿cómo es posible que haya sostenido un estilo de vida de mucha solvencia económica si tiene más de dos décadas sin trabajar? ¿De dónde obtuvo los millonarios recursos con los que construyó su parque ecoturístico Los Aluxes, en Palenque? ¿Puede comprobar que nunca ha recibido subsidio gubernamental?
Patrocinio González navega en el doble discurso. Sea cual sea la ocasión, sea cual sea el interlocutor, acomoda sus frases con la convicción de ser el único poseedor de la verdad. Es oportunista. Durante años ha existido un pleito entre los González Blanco Garrido y los Sabines, pero cuando Sabines Guerrero asumió la gubernatura Patrocinio disimuló un romance con el ex mandatario con tal de que éste le comprara a nombre del Gobierno del Estado los terrenos donde se levantaron las instalaciones de la Feria Mesoamericana de Tapachula.

URGIDO DE PODER
El diputado local Juan Salvador Camacho Velasco, hijo de Manuel Camacho Solís, pudo quedarse callado ante lo dicho por el exgobernador. Pudo también lanzar una serie de invectivas y desahogar su furia (si la hubiera, claro) contra quien está mancillando la memoria de su padre. No hizo ni lo uno ni lo otro. Sin embargo, puso las cosas en su lugar: “es una mentira con la que hoy intenta que lo volteen a ver”.
Kennedy dijo que “la grandeza de un hombre está en relación directa a la evidencia de su fuerza moral”. Camacho Velasco es un político sin dobleces, inteligente, coherente con los tiempos, deseoso de sumar su esfuerzo a favor de Chiapas. Y dijo que de no haber decidido Carlos Salinas renunciar a Patrocinio González, lo que hoy recordaríamos sería un baño de sangre: “Patrocinio proponía un genocidio. Para él la única manera de terminar con el levantamiento armado era matando a los indígenas, no dialogando con ellos”.
Tiene razón. González Blanco nunca fue un hombre democrático, tolerante y conciliador. Perteneció a las filas del PRI represor y todopoderoso. Como muestra están los malogrados años de su gobierno.
Sin monomanías, el diputado de Morena sentenció “no busco confrontarme con él (…) Ahora bien, aunque mi padre está muerto, con gusto puedo verle de frente (a Patrocinio) y debatirle con pruebas, espero que él las tenga”.
Patrocinio González puede decir lo que quiera, pero sus palabras no cambiarán la historia. Dice que fue amigo de Luis Donaldo Colosio y que fue él quien le sugirió renunciar. Mentira. Fue Manuel Camacho quien le propuso el despido de éste al expresidente Salinas con el fin de evitar la masacre de zapatistas.
En la búsqueda de poder se revela la grandeza o la miseria del hombre. Y Patrocinio ha demostrado ser un hombre miserable que con tal de ganar notoriedad es capaz hasta de insultar a los muertos que ya no pueden defenderse.
Sin duda, Patrocinio González cometió un artero acto de cobardía. Empero, ante sus anhelos de poder a estas alturas de su vida más que censurarlo, mejor se le compadece. ¡Chao!