Mario Caballero / Columna

Letras Desnudas / Mario Caballero

*** Festín de carroñeros

El 2 de febrero de 2010, en el Día Mundial de los Humedales, el gobierno de Juan Sabines Guerrero anunció una millonaria inversión para salvar el río Sabinal. Nueve años más tarde, dicho proyecto es, a la par de “¡Qué viva el centro!” y las Ciudades Rurales Sustentables, una cuenta pendiente más del corrupto exgobernador.
El río Sabinal cobra su nombre por la enorme cantidad de sabinos que embellecen sus márgenes. Nace en un ojo de agua en el municipio de Berriozábal y está compuesto por doce arroyos. Tiene una longitud de más de trece mil metros con los que atraviesa a Tuxtla Gutiérrez hasta desembocar en el Cañón del Sumidero. Es un símbolo natural de la capital del estado.
Cuenta la gente mayor que el Sabinal era hermoso. Hablan de sus aguas cristalinas, llenas de peces. Ahí se bañaban los niños -dicen-, las mujeres se juntaban a lavar la ropa y los fines de semana se convertían en días de fiesta familiar bajo los imponentes Ahuehuetes y Cipreses.
Pero por falta de educación ambiental y una negligente planeación del crecimiento poblacional, se convirtió en un foco de contaminación. En temporada de seca es un afluente pestilente. En tiempo de lluvia pone de manifiesto la incompetencia de las autoridades, ya que algunas veces ha salido de su cauce para inundar calles, casas y negocios. Incluso, ha cobrado vidas humanas.
Sabines prometió devolverle su antigua belleza. Nos vendió la idea de que sería nuevamente navegable. Y así como engañó al ex dirigente de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, con el proyecto de biodiesel, los tuxtlecos fuimos estafados con cientos de millones de pesos que desaparecieron inexplicablemente.

EL PROYECTO
La obra se presentó como Proyecto Integral de Recuperación y Saneamiento del Río Sabinal, cuyo propósito era buscar que fuera saludable y generara riqueza económica.
Consistía en recuperar el cauce del río contemplando los parques Caña Hueca, Joyo Mayu y Tziqueté. Según el ex secretario de Infraestructura, Ricardo Serrano Pino, serían limpiados dos kilómetros y medio del afluente para hacerlo navegable, con recorridos en vehículos anfibios.
Todos nos imaginamos surcando las aguas del Sabinal en barcazas o en chalupas, tal como en Xochimilco en las famosas trajineras. Lo jóvenes en lugar de llevar a la novia al cine podrían invitarla a un paseo en góndola bajo la luz de la luna, comiendo tamal de yerba santa o de bola, y tomando aguas frescas.
Asimismo, se preveía la construcción de una isla para desarrollos comerciales, dos embarcaderos, áreas de estar y de descanso, sanitarios, plazas para restaurantes, fuentes, espacios deportivos y de recreación y diecisiete mil quinientos metros cuadrados para zonas de usos múltiples. El romanticismo de Venecia, trasladado a Tuxtla Gutiérrez.
Supuestamente, la empresa que se encargaría de hacer realidad el sueño de Sabines ganó en un concurso en el que participaron cinco mil proyectos de todo el mundo. El diseño ganador se llamó “Manejo Integral de Saneamiento de la Cuenca del río Sabinal”, elaborado por el Laboratorio de Hábitats Bioéticos (LHB), empresa ubicada en la Ciudad de México y de la cual el director de proyectos es un tal Eduardo Cruz.
Hoy, de esa empresa nada se sabe. Su página de internet está hackeada desde 2010, y lo poco que se puede ver de la misma está en un completo abandono. Lo poco que se conoce es que dicha compañía tiene como único trabajo en marcha, desde 2008, el rescate del río Sabinal.
Blanca Ruth Esponda, entonces coordinadora de Gabinete de Juan Sabines, dijo que el “proyecto será trascendental y brillante. Vamos a recuperar la salud del propio río”. Fue una de las personas que intervinieron en la realización de los planes. Pero la que sin duda está más embarrada en el lodazal que fue dicho proyecto es Lourdes López Moreno, quien como secretaria de Medio Ambiente fue la principal colaboradora en los trabajos de planeación, organización, elaboración y conclusión del plan (al menos en el dicho).
La inversión inicial fue de 300 millones de pesos, que serían para saldar los gastos de la primera etapa en cuanto al rescate hidráulico y la construcción del bordo en un tramo de un kilómetro cien metros. Pero nunca se hizo.
El anuncio de la puesta en marcha fue en el parque Caña Hueca, y los flashazos fueron dirigidos a Isabel Aguilera de Sabines, Yassir Vázquez Hernández, entonces alcalde de Tuxtla, y al cantante Emmanuel. Sabines no asistió. Hubo rumores de que pasaba una dura intoxicación por estupefacientes.

EL FRAUDE
Emmanuel era muy amigo del exgobernador. Cuentan que cuando Juan Sabines era pobre y vagabundeaba sin empleo en las calles de la Ciudad de México, el cantante lo invitaba a comer y hasta lo alojaba en su casa. Nunca se imaginó que aquel joven famélico algún día se convertiría en gobernador de Chiapas y que el futuro de ambos sería muy afortunado.
En ese sexenio, Emmanuel disfrutó de las bondades del poder. Tuvo un breve alejamiento de los escenarios y se convirtió en un auténtico lamebotas. Acompañaba a Sabines en sus “giras de trabajo”, firmaba como testigo en convenios internacionales y gozaba de picaporte en Palacio de Gobierno. Hasta su hijo, Alexander Acha, supuestamente grabó discos y videos con el patrocinio del erario de Chiapas. Fue el artista más consentido del sabinato. Logró fortuna y hasta injerencia en algunas decisiones gubernamentales.
Fue él quien respaldó la idea de recuperar el río Sabinal. Como presidente de la Fundación Hombre Naturaleza, reconoció en Sabines “un mandatario que encara los problemas y propone soluciones” (sic). Cínico. Fouché dijo que todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cuál es. Y Sabines lo sabía.
Esto dijo el día que se presentó el proyecto: “Los que antes lo veían, los señores mayores que conocieron ese río, a lo mejor volverán a sonreír cuando vean que ese río puede ser nuevamente navegable, puede ser un lugar donde todos podamos caminar, donde tengan sombras, donde no huela ya a contaminación, donde vuelva a haber peces, donde tengan un agua cristalina y donde recuperemos lo que alguna vez Dios nos regaló”.
La Secretaría de Desarrollo y Participación Social fue la dependencia que se encargó de realizar el trato y transferir el dinero a la constructora llamada ODISEA, cuyo apoderado legal es Arturo Ortiz, quien se considera presunto prestanombres de José Emmanuel Arturo Acha Martínez, alias Emmanuel. Dicha empresa no ejecutó la obra para la que fue contratada, pero cobró como que sí, según consta en las partidas presupuestales.
De tal forma, después de ser un cantante en vías de retiro, Emmanuel pasó a ser un embustero millonario, un corrupto, un pillo de siete suelas.
Así como la indignación exige ser escuchada, también la corrupción merece justicia. Eso que a simple vista parece un robo más de recursos públicos, debe recibir la merecida atención de las actuales autoridades y hacer pagar a todos los responsables, sea quien sea. Nunca habrá una cuarta transformación si antes no hay un efectivo combate a la impunidad.
Por tanto, Juan Sabines Guerrero, Emmanuel, Ricardo Serrano Pino, Blanca Ruth Esponda, Yassir Vázquez, Lourdes López Moreno, entre otros, tienen que ser llamados a cuentas por una obra que no hicieron, pero de la que presuntamente se embolsaron alrededor de mil 600 millones de pesos. ¡Chao!

yomariocaballero@gmail.com