Derecho de Réplica / Víctor Manuel Cruz Roque
¿QUÉ ESPERAN, GAÑANES, PARA RENUNCIAR?
Victor Marcelo Ruiz Reyna, Magistrado del Tribunal Administrativo del Poder Judicial del Estado, se niega a renunciar a la Notaria 33. Se confía de “sus influencias” apersonadas en el diputado federal “indígena” Roberto Rubio Montejo.
Son siete los que dobletean funciones, y de ellos, ya han dimitido a su patente: el presidente del STJE Juan Oscar Trinidad Palacios (121) y Mirna Camacho Pedrero (97).
Se sabe que otro lo hará en próximos días, ¿Y los demás?. Desoyen el llamado del gobernador Rutilio Escandón Cadenas, y eso es grave en términos institucionales y de lealtad. Desoyen también el elemental código de ética, el conflicto de intereses que portan gustosos, además de los clamores de la sociedad, y los elementales lineamientos de transparencia de la 4T.
Bien por la exigencia del Ejecutivo estatal, y mal por quienes, como Ruiz Reyna, se empecinan en seguir dictados impunes y caducos para los nuevos tiempos que vivimos.
En el asunto de las notarías, el caso patético fue el de Mario Carlos Culebro Velasco, que llegó a ostentar ¡dos!, y de otros presuntos profesionales que falsificaron documentos, como títulos y cédulas profesionales, para agenciarse de una patente fedataria, producto de que se entregaban—como bien dijo el gobernador---a familiares, amigos y compadres.
Son 57 los procedimientos administrativos iniciados.
La cancelación de la 136 de Alejandro Coello Orantes, y otras como las de Fernando Castellanos Cal y Mayor; Aarón Yamil Melgar Bravo, Carlos Antonio López Tapia, Gabriela de Jesús Zenteno Mayorga, Mariana Alejandra De Gyves Romero; Moisés Grajales Monterrosa, Rogelio Rayo Martínez, Ariosto González Borralles, Carlos Humberto Toledo Zaragoza, Francisco Fernando Pérez Robles, Héctor Jesús Zuarth Córdova y la de Óscar Gerardo Ochoa Gallegos. Lo anterior está publicado en el Periódico Oficial de Chiapas, bajo los números 025, Tomo III, inciso 0145-A2019.
En el caso de Ruiz Reyna, no hay de otra: La magistratura o la notaria,, por aquello que no se puede silbar y tragar pinole al mismo tiempo.