Juan Carlos Cal y Mayor / Columna

A ESTRIBOR /Juan Carlos Cal y Mayor 

*** La pandemia de la pobreza

Siguen los pausados anuncios del presidente sin ningún viso de solución hacía las PYMES que esperan, desesperan y se rascan las uñas gastando los pocos ahorros para no quebrar sus negocios. Nada dice, nada resuelve y parece ignorar la drástica caída de casi medio millón de empleos a tan sólo un mes de iniciada la contingencia por el coronavirus.

Apenas dio a conocer que comenzará el reparto de recursos de 25 mil pesos que operarán los superdelegados a más de un millón de familias. Hay absoluta opacidad en la información porque la distribución se hará con base en los censos que de por sí tienen y que, sino me equivoco, realizó el ejército de los llamados Servidores de la Nación cuyo número se calcula en 19 mil, reciben 9 mil pesos mensuales y son -en su mayoría- los mismos que apoyaron las brigadas de Morena durante la campaña de López Obrador a la presidencia de la República. Hablamos de un millón de apoyos lo que nos arroja 50 mil millones de pesos y eso no va salir del sueldo que donaron a fuercitas los funcionarios públicos de sus aguinaldos y salarios a quienes violaron derechos laborales.

Los ahorros que presume el presidente no son producto de la austeridad como falsamente nos lo ha querido vender. Parte de la crisis previa al coronavirus que redujo a 0.1% el crecimiento económico se debió al subejercicio presupuestal que mañosamente regresó a las alforjas de hacienda para que el presidente dispusiera de ello con absoluta discreción. Su prioridad está clara. No es la generación de empleos, sino la masificación de los apoyos sociales que él mismo estima en 22 millones de beneficiarios. Esa distribución, en efecto, genera circulante a la economía, aumenta el consumo, pero beneficia mayoritariamente a los grandes conglomerados del mercado que reciben pagos en disque abonos chiquitos y convierten en deudores a millones de mexicanos.

No está mal que se apoye a la base social cuya mayoría pertenece a la economía informal porque la pandemia puede provocar incluso desórdenes sociales. El reiterado reclamo al presidente proviene de las más de cinco millones de empresas o personas físicas con actividades empresariales que generan 7 de cada 10 empleos en el país. Son aquellos a los que las autoridades sanitarias obligaron por decreto a cerrar sus negocios y ahora amenazan con aplicar el peso de la ley. Son también quienes contribuyen literalmente al funcionamiento del gobierno, las instituciones y el estado. El presidente comete un error al descobijar a muchos de los que -por cierto- votaron por él y confiaron en sus afirmaciones cuando ofreció acabar con la corrupción y criticaba a los gobiernos neoliberales afirmando sin sustento que México podría crecer hasta un 6%.

El encierro masivo que impuso la pandemia de Covid-19 no hará excepciones. Esta es una verdadera crisis mundial y ningún país está a salvo. El Fondo Monetario Internacional ha advertido que la economía global no crecerá 3.3 por ciento en 2020 como se estimó tres meses atrás. Ahora, en el mejor de los casos, se contraerá 3% por ciento este año. Incluso existe el riesgo de caer hasta 7.4%, dependiendo de la evolución de la pandemia. La previsión del FMI para México fue de 1.0% en enero pasado y ahora se prevé una contracción de 6.6%. Simón Levy, un abogado con experiencia probada en temas económicos y que apoya al gobierno de la 4t ha afirmado que sin apoyo a las Pymes, no hay actividad empresarial, sin ésta, no hay recaudación de impuestos. Sin recaudación, no hay recursos para la prioridad social nacional: los pobres. La pobreza para dejar de existir necesita productividad. El Estado no es un empleador de largo plazo…

El presidente se aventuró a afirmar que crearía dos millones de empleos porque desde su lógica los apoyos económicos son una forma empleo. Nada más alejado de la realidad. Al paso que va y con el desempleo que viene la cosas se van a complicar. Caerán las remesas, caerán los ingresos petroleros, caerá la recaudación y la anunciada inversión por parte del sector empresarial difícilmente se va lograr con un presidente que cancela proyectos con consultas patito, como sucedió en Baja California y lo mismo les vende cachitos de lotería a la fuerza, los llama delincuentes de cuello blanco y amenaza con exhibirlos con adeudos al fisco que se están litigando en los tribunales fiscales.

Por más que reniegue tendrá que hacer caso a los compromisos que los países integrantes del G20 se obligaron a cumplir. El gobierno mexicano no puede sustraerse de cumplir con la parte que le toca a riesgo de ser marginado e incluso recibir sanciones por parte de los organismos financieros internacionales. Ojalá la terca realidad lo hagan retractarse de su terca obsesión de seguir caminando como si la pandemia fuera un asunto “transitorio” como él mismo ha afirmado. No habrá amuletos que detengan el desastre económico que está a la vista.