Mario Caballero / Columna

Letras Desnudas / Mario Caballero

*** Pobre hombre

El héroe desconocido es una película de 1981 dirigida por Julián Pastor y protagonizada por el actor mexicano Rafael Inclán.

La trama o, como decimos nosotros los neófitos: ¿de qué se trata?

Se trata, básicamente, de un hombre marginado llamado Rodolfo Martínez, al que nadie quiere y al que todos menosprecian e infaman en su pueblo Valle Verde, en México. Cierto día, cansado de tanta humillación decide cambiar su suerte, su vida, su condición social y, sobre todo, su imagen ante los demás.

Pero, irónicamente, no hizo lo que cualquier otro hubiera hecho en su lugar, pues no se puso a trabajar, no mejoró su aspecto físico, tampoco adoptó una conducta diferente y ni siquiera pensó en ir a vivir a otro lugar. Lo que hizo fue inventarse un antepasado muy importante, de grandes cualidades, de hazañas inigualables, famoso y de buen apellido, y que -según él- merecía tener una estatua en el pueblo para que las generaciones futuras pudieran recordar todo lo que había hecho.

Por tanto, Rodolfo se dedicó en cuerpo y alma a divulgar su mentira, a la que cada vez le añadía un nuevo elemento para hacerla más creíble y así conseguir los medios que hicieran posible la elaboración de la estatua. Pero, en realidad, a Rodolfo le daba absolutamente lo mismo lo que pasara. Si lograba o no que se pusiera en el pueblo la escultura de su supuesto pariente era lo de menos. Lo único que él quería era dejar de ser un Don Nadie y que las personas ya no lo vieran como su semejante.

Esa película es una alegoría que logra representar de algún modo el afán que tienen algunas personas por trascender a la inmortalidad. Es entendible, pues lo único que tenemos seguro en esta vida es la muerte.

No obstante, hay quienes llevan ese afán al extremo. Previendo que no hicieron algo que merezca siquiera llamar una calle con su nombre, se reinventan a sí mismos, le dan un giro a la historia de sus vidas y se dicen héroes, pero son héroes que no conocemos y nadie ha conocido jamás.

Entre éstos hay muchos políticos, que temen que su nombre se pierda en el olvido. Uno de ellos es el exgobernador Patrocinio González Garrido, quien se resiste a aceptar que no es bien recordado entre los chiapanecos, que no es digno de reconocimiento (como sí lo fue su padre) y que el destino irremediable de su nombre, de su casta política y de su familia será el polvo.

UN EXGOBERNADOR DESCONOCIDO

Nada peor para un político que perder el sentido del ridículo. El plan que eligió Rodolfo Martínez para ya no ser visto como un fracasado no era del todo malo. Buscó renombre proclamándose descendiente de un personaje ilustre del que nadie tenía ni el menor rumor, pero del que tampoco podía ser cuestionado. Lo de Patrocinio pisa los límites de lo patético. Persigue el prestigio reescribiendo la historia, como si nadie la conociera. Autoerigiéndose como un buen gobernador, que de antemano todos sabemos que no fue.

Contrariamente al objetivo del personaje de la película, al que no le interesaba lo que pasara con su embuste, al exmandatario sí le urge que le crean. Por eso la desesperación que ha mostrado desde el año anterior, periodo que coincide con la lejanía que su familia tiene con el poder, con la publicación de artículos en diversos medios de comunicación a manera de entrevistas en los que pretende darnos una versión de los hechos que se suscitaron durante su gobierno, pero una versión que no concuerda con la historia que todos conocemos.

Centraremos el presente análisis en dos temas que Don Patro abordó en el artículo que desde hace algunos días está circulando en redes sociales.

El primero de ellos se refiere al trato que su administración le dio a los periodistas y a la libertad de expresión.

Esto fue lo que respondió a la pregunta “¿Fue una equivocación haber enderezado una ley en contra de los periodistas?”:

“Ningún sector de la sociedad puede estar al margen de la ley. Definir los límites de la libertad de unos para que prevalezcan las libertades de otros no me parece un error. El objetivo de la legislación era establecer la responsabilidad de los periodistas, en especial frente a la difamación y la calumnia. Pensar que una medida así es contraria a la libertad de prensa, lleva a cuestionarse: qué libertad, ¿la de difamar y calumniar? Supongo que no es algo que quieran defender y eso era lo que se pretendía sancionar y se deberá de llegar a legislar, en beneficio de los periodistas serios, profesionales, honestos, que son ajenos al amarillismo y a la presión para el chantaje”.

Miente Patrocinio. Hace bien el entrevistador al decir que el exgobernador estaba enderezando una ley en contra de los periodistas, porque lo que en realidad buscaba era hacer legal la censura, las amenazas, los encarcelamientos injustificados, las persecuciones y las violaciones a los derechos humanos de los comunicadores críticos a su gobierno.

La historia no miente. Su gobierno fue conocido como el Imperio de la ley porque fue un gobierno represor, despótico, que utilizó las leyes a su conveniencia. Sólo en el primer año se registraron 362 violaciones a derechos humanos, 14 homicidios, 10 detenciones improcedentes y 15 desapariciones forzadas. Hubo, también, conflictos agrarios en 48 municipios.

Su Administración estuvo acusada de ejecutar los asesinatos de los periodistas Tito Gallegos, Alfredo Córdova Solórzano y Roberto Mancilla. El de este último relacionado con unos vídeos que obraban en su poder y en los que supuestamente el exgobernador aparecía vestido de mujer. Además, envió a prisión a varios periodistas y confiscó y reprimió periódicos que denunciaron sus abusos de poder. Como la gacetilla La Estrellita del Oriente, del doctor Valdemar Rojas, que en su momento le dedicó el titular: “Dicen que Patrocinio es mampo”.

En lo que sí es honesto Patrocinio es cuando dice que su familia no sirvió y no tiene vocación para el servicio público. Ahí tenemos a su hija Josefa, por ejemplo, quien tras unos meses en la titularidad de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, salió por la puerta trasera.

Nada hizo por fomentar una política ambiental integral que asegurara la conservación, protección y aprovechamiento de los recursos naturales del país. Aunque, quizá, sí logró buenos beneficios para el parque ecológico de su familia llamado los Aluxes, en Palenque, Chiapas. Y que, al parecer, ha sido éste un gran negocio para el exmandatario gracias a los recursos que solicita para la manutención y alimentación de las especies que él mantiene en cautiverio.

PENA AJENA

La mejor recompensa para los políticos es retirarse con dignidad. Sin embargo, en el caso de Patrocinio González Garrido sus frustraciones y megalomanía no se lo permiten. La intención de no querer ser olvidado, su añoranza por un pasado que ya se fue, los anhelos de poder, las ganas de sentirse respetado y tomado en cuenta como consejero político, no sólo lo hacen ver ridículo, sino también arrogante y fanfarrón.

En fin, lo único que conseguirá con todo esto será ser visto como un charlatán. Como un hombre enfermo por el poder que, en lugar de inspirar respeto, aunque sólo sea por su edad, da pena ajena. ¡Chao!