César Trujillo / Columna

Código Nucú / César Trujillo

*** El monstruo que idiotiza

En México, según datos del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), publicados en 2017, para informarse, el 52 por ciento de las personas utiliza la televisión: teniéndola como el medio más confiable. Le siguen: internet con el 20 por ciento, la prensa escrita con el 8 por ciento (la mayoría que lo hace es porque busca trabajo) y lejísimos de todo se encuentra la radio con un 3 por ciento (triste, lo sé).

Ahora bien, que en pleno siglo XXI se le siga brindando aún la mayor credibilidad a uno de los medios que más ha manipulado y torcido la información, al menos en México, eso no es fortuito. No por algo la pobreza y pobreza extrema siguen siendo abanderadas y atizadas para que no se extingan, y mantengan los cotos de poder a través de la fábrica de votos que ha generado el paternalismo desde hace ya varias décadas.

El dato retomado de la UNAM me recordó a una novela titulada Desde El Jardín, de Jerzy Kosinski, donde el protagonista es Mr. Chance: un hombre ignorante que toda su vida ha estado apartado del mundo y cuyo único contacto inmediato (aparato de formación) ha sido la televisión. Sus actos, su conducta, sus expresiones, su adaptación a los enveses del mundo se los ha dado esa caja que manipula y que permea los conocimientos, la misma que en México se dice que forma generaciones y trastorna conciencias, y juega a la democracia.

Quien lea a Kosinski podrá entender la moraleja que contiene dicha novela en donde se muestra el comportamiento de muchas personas que detentan el poder y, aún más, si se trata del poder político que marea y aniquila. Baste saber que Mr. Chance, pese a su nimio conocimiento, su escasa cultura y su nulo roce de relaciones sociales, termina escalando hasta las más altas esferas del poder y acomodándose en una posición político-social que nunca imaginó, misma que le llegó de forma casual. Eso sí, sin la maldad o sin el engaño que muchos abanderan y que los hace aún más peligrosos.

¿Cuántos, hoy día, no son los Mr. Chance en la esfera del poder que carecen de los atributos que Azorín, Aristóteles, Maquiavelo, Montesquieu y el mismo Marco Aurelio (y muchos más) enmarcaron que deben ponderar para ser elegibles como políticos, como los personajes de ahora que luchan por mejorar las condiciones de vida de su gente?, ¿cuántos no tienen ni la remota idea de cómo funciona la administración pública, de qué es una ideología o de cómo se mueven los engranajes del Estado y están ahí: engullendo recursos y sumiendo a los pueblos aún más en la miseria, sepultando a las instituciones?, ¿cuántos no son ahora ese reflejo que de la ficción pasó a ocupar un espacio en nuestra realidad torciéndolo todo y llevando a este país a una caída libre inminente?

La pobreza en México es la imagen del reflejo de la grave situación de vulnerabilidad en que se encuentra gran parte de la población que le ha tocado tener como representantes populares a varios Mr. Chance (neófitos y trogloditas) que no conocen de leyes, que llegaron por casualidad o por compadrazgos, que se sirven con la cuchara más grande y que luego, quitados de la pena, se ungen con la impunidad que los apapacha y sobreprotege.

El problema, y lo hemos podido comprobar, es que esa clase es la que se enquista, la que se enajena con ese sabor a poder y al control del erario, se embauca con las canonjías y, entonces, se aferra y sigue causando daño sin que nadie haga nada al respecto porque los cotos de poder y los mismos institutos se desgarran las ropas para protegerlos.

Se trata de la misma clase que ve la oportunidad de acceder a privilegios, de mantenerse inmersa en un ámbito donde la corrupción es la piel que habita la gran mayoría: esa que no tiene acceso a las redes, esa que sigue de cerca la programación que abanderan las televisoras y que da por sentado que lo que anuncian las “cajas chinas”, esa que con el aire de una rosa y el estandarte de una virgen cercena el libre albedrío y fustiga la libertad de pensamiento. Sí, la misma que es condenada a la ignorancia e ignominia para que los mismos de siempre sigan torciendo todo a su antojo.

Bien me dijo en el 2000 un profesor cuando cursaba yo el tercer semestre de la carrera en Literatura: “Cuidado, César, esa ‘caja idiotizadora’ no sólo nos controla, nos está convirtiendo en unos pinches zombis”. Ahora sé que no se equivocó.

Manjar

Casi el 40 por ciento de los estudiantes en México de nivel medio y superior no tiene comprensión de lectura. Menos aún generan una opinión crítica, según una nota publicada el día de ayer por el periódico Excélsior. El dato es trágico en sí mismo, pues de acuerdo con la última prueba del Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos (PISA) los alumnos no comprenden lo que leen y eso nos lleva a un problema enorme si ponderamos que son esas generaciones las que van a estar tomando decisiones para el rumbo del país en unos años más. ¿A dónde vamos?, sería la pregunta inmediata con tan triste información. #EstamosJodidos // “El periodismo tiene un carácter casi sagrado: la obtención de la verdad”. Lawrence Wright #LaFrase // La recomendación de hoy es el libro El hombre desplazado de Tzvetan Todorov y el disco Vol. 4 de Black Sabbath. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.

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