Basquetbolista de Villacorzo

Joaquín Prado Cancino / Cronista Municipal 

Lacho Pelota

“Yo juego por Villacorzo, sólo por Villacorzo”

Desde 1936 cuando un grupo de estudiantes chiapanecos radicados en la Ciudad de México organizaron uno de los primeros torneos entre municipios del estado, el basquetbol  se dispersó rápidamente por diversos rincones del Chiapas, pero principalmente por zonas de la Frailesca. Se encendía la mecha. 

Varios años después esta fiebre por el basquetbol contagiaría a un muchachito de San Pedro Buenavista. Don Horacio López Morales que a sus 72 años, y aunque un poco desgastado por los años, aún añora y recuerda con ahínco la época en que con rapidez anotaba canastas y daba los pases más rápidos en las canchas de tierra. 

Así empezaría la historia de quien fue uno de los jugadores  que con más orgullo representó al  basquetbol de Villacorzo. 

“Nací aquí en Buenavista. Aquí me crie. Desde bien chamaco me gustó el deporte por lo que empezamos a jugar en el parque rodeado de calles de polvo. En aquellos tiempos sólo quería jugar”, cuenta don Horacio. 

“Por ahí de los años sesenta, cuando tenía yo unos 12 años, ya era tanto mi gusto y el deleite por correr tras una pelota que encaitado nos  poníamos a jugar y a veces hasta descalzo.  Estábamos chiquitios   y  en un principio sólo corríamos con la pelota en una cancha de tierra, así nos emocionábamos”, añade. 

Nostálgico, recuerda que “saliendo de la escuela lo primero que hacíamos era ir a jugar retas. Llegábamos a Revolución y Primero Mayo y por aquellos tiempos nos íbamos en lo que caía; a pie a caballo o hasta en carreta. Recuerdo que con nuestro caitito nos íbamos ya fue después un maestro de nombre Ítalo que quien sabe cómo le hizo nos conseguía unos caballo para que ahí fuera el equipito”. 

Aún se acuerda de sus primeros compañeros de equipo, todos de Buenavista: Esteban Saldaña, Rosemberg Albores, Cicerón y Carlos Núñez y Salomé  Hernández. 

“Cuando llegábamos a jugar a Mayo era una fiesta, un pleito, a pesar de que nos veían corretear en la cancha la gente se emocionaba mucho y comenzaban a apasionarse. Hasta echaban pleito. Ya conforme pasó el tiempo y gracias a un maestro de primaria de nombre ítalo fue que medio aprendimos nuestros primeros fundamentos del juego. Ya no era puro correr. Él nos empezó a entrenar a ubicar y así aprendimos las primeras reglas del juego”, rememora. 

Lacho Pelota, como fue conocido por propios y extraños,  dice que a la edad de 12 y 13 años no había otra cosa que le gustara más que el juego. La fiesta no le importaba mucho, “hasta la novia lo dejaba yo. De ahí viene que la gente de Buenavista me apodara Lacho Pelota porque puro jugá pelota era yo”. 

Más adelante, refiere que fue hasta la edad de los 15 años, a mediados de los años 60, que jugó su primer campeonato juvenil,  “pero nos ganaban muy fácil, una gran sopapiza nos metieron”.

 Luego de constancia  y entrenamiento le brindaron la oportunidad de tomar revancha y competir en  varios torneos a nivel estatal. “Fue una época muy bonita porque todos competíamos por nuestro municipio, jugábamos sin que nos pagaran. En estos torneos me tocó jugar contra Tuxtla, Tapachula, Cintalapa, San Cristóbal, Coita y por supuesto, la eterna rivalidad con Villaflores”.

Todo este trajín en las canchas le ganó a Don Lacho otro apodo, pues en los torneos estatales, que ya se jugaban desde la década de los 40 en la capital, sería conocido como “La Chispita”,  ya que a pesar de medir 1.68 era rápido y seguro en los tiros, lo que le valdría  llegar a encestar 47 puntos en un partido entre Villacorzo y San Cristóbal durante la década de los 70.

 “Yo nací pa´ meté canasta. Siempre defendí a Villacorzo, nunca y aunque me ofrecían paga jamás jugué por otro municipio. Yo jugué por Villacorzo, sólo por Villacorzo”, asegura. 

 Lacho Pelota cuenta que su señor padre se sentía orgulloso de él por su habilidad deportiva, “fui el orgullo de mi papasito, quien  mostraba siempre mis fotos de jugador de Villacorzo. Sacaba una mesa y ahí tendía las fotos, a donde quiera que íbamos las sacaba para que toda la gente viera. Ahora yo me siento orgulloso que mis nietos sepan porqué me decían y dicen aún Lacho Pelota”.