Sr. López / Columna

 La Feria / Sr. López

*** Barbas en remojo

Allá por julio de 2014, le comentaba como bien recuerda usted, que por una de esas cosas sin explicación, el ensayo “Elogio de la tontería”, escrito hace poco más de 400 años por Erasmo de Rotterdam, es conocido como “Elogio de la locura”, aunque el original en latín se llama “StultitiaeLaus”, y estulticia es tontería, no locura… en fin; el caso es que este holandés hace algunas reflexiones que nos viene al pelo repasar.

Dice Erasmo (que se llamaba Geert, Gerardo), que la tontería tiene ventajas y da felicidad a quienes tengan o no estudios, grados o alcurnia, pues los simples se gozan en chismorreos (y no había Facebook), y los cultos con toda distracción (¿qué hubiera dicho de nuestros 200 canales de televisión?).

Este “Elogio de la tontería” ha de ser el manual de cabecera de buena parte de nuestra actual ‘clase’ política (con las honrosísimas excepciones de siempre aunque sea una lástima que ahora sea raro lo que antes era común).

Pone el autor como personaje a la Tontería misma, y ella explica que para alegrar a la gente, la auxilia un cortejo compuesto por: el Amor Propio, la Adulación, la Pereza, la Locura, la Molicie y el Olvido, y no le digo más porque la obra rebosa en comentarios machistas (en estos tiempos lo tupiría a tuitazos hasta la feminista más sosiega).

Sabido es que solo un político es más vulnerable al elogio que una vedete de teatro de revista, y que nutriendo su amor propio se les sacan favores, prebendas, candidaturas y nuevos partidos (no todos los políticos, advierto, pero no tan pocos; y ya no voy a estar repitiendo que todo es con las excepciones de cada caso).

Perezosos no son, siempre agitados en su activismo que no es sino  manifestación de su fortalecido ego: han de estar en todas y a todas van, lo que ni se parece a trabajar, que trabajo es el esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, ojo: riqueza, no dinero -cosechar la parcela, barrer la calle, echarse una cirugía, escribir una columna, eso es trabajo-, no arramplar con lo ajeno, que eso sí saben hacer y hacen.

Locos son y sostiene este López, que si los políticos por ley, hubieran de aprobar exámenes psicológicos a fin de obtener licencia para ejercer su oficio, habría escases de personal para los gabinetes de gobierno; y las curules del Congreso estarían tan ocupadas como el graderío de un partido Zacatepec-Campeche (o Texcoco-Macuspana, que es lo mismo).

La molicie es “comodidad y regalo excesivos”; bueno: si la molicie doliera, a los políticos no les alcanzarían sus ahorros para analgésicos; se dan trato de favorita del harem, comen con paladar de cardenales, beben como hijos de duque, visten como dandi coquetón y subirse a un coche de menos de medio millón de pesos les estallaría las hemorroides (que sí tienen, otro día le explico por qué). Todo se regalan, todo les es poco y lo presumen con impudicia que haría sonrojar a la más curtida teibolera. Y los austeros de hoy, no se deje engañar, son iguales aunque en su escala: a unos, un mantel de tela y tres cubiertos los vuelven locos, y a otros les da por noviar con ‘misses’.

Y, pero-por-supuesto, el olvido es su prenda más amada, pero el selectivo: olvidan promesas, compromisos, lealtades y principios; olvidan lo que conviene olvidar; si duda, revise las justificaciones del Presidente sobre los fideicomisos de sus segundos pisos, cuando gobernó el entonces DDF y sus actuales diatribas para proscribir los fideicomisos federales para disponer a su arbitrio de los cerca de 70 mil millones que ahí están… y luego explíquese la vehemencia de los senadores de oposición contra esto, cuando ni un bostezo soltaron en abril pasado, cuando el Presidente borró de un plumazo 281 fideicomisos creados por decreto, embolsándose Hacienda casi 300 mil millones. Mala memoria.  

Como sea, la tontería así entendida, a la Gerardo (a) Erasmo, sin duda es un mal que ha proliferado entre políticos y gobernantes, los lleva a extremos impensables en el pasado mexicano, y de la misma manera que es imposible encontrar un mentiroso de fiar o un banquero caritativo, es muy difícil que siendo la tontería su hábitat natural, acostumbrados a los disfraces y fingimientos, no caigan en desfiguros o diarrea verbal. Y la prueba máxima de esa tontería que padecen es que no se dan cuenta de los papelones que hacen: no son unos perversos que se gozan en lucir sus deformidades de conducta, sus monstruosidades éticas ni el absurdo que ya no distinguen, su ceguera es real.

Y por si alguna duda abriga, nomás recuerde todo lo que pregonó el Presidente para que le aprobaran su consulta encaminada a juzgar a cinco expresidentes de la república y luego de que la Suprema Corte le pintó un violín y le zambutió una pregunta neutra y de doble filo, ayer salió con esta otra cantaleta, porque Macuspana nunca pierde:

“La pregunta, al momento, si se vota por el sí pues es ya un sentimiento en contra de los expresidentes. Ya sólo ese señalamiento es un juicio, es el tribunal popular enjuiciándolos, juzgándolos (…) Acuérdense que no todo es jurídico, lo más importante es la participación y el juicio ciudadano, eso en una primera instancia, y luego si va a por el sí, pues ya los procesos que están en curso, como siempre se ha dicho, se van a desahogar”.

Parece que el Presidente no ha tenido tiempo de leer la pregunta o nadie se la ha explicado: la consulta NO es sobre los expresidentes, pero, igual, como no hay procesos en curso y como la intención ya no es judicializar ningún caso sino solo someterlos a una serenata popular de mentadas de madre, todo regresó al indulto que varias veces les otorgó él mismo.

Francamente, que mejor se eviten los trabajos y gastos de realizar una consulta nacional; igual la raza no necesita permiso ni referéndum para insultar al político de su preferencia.

Lo interesante de este sainete es que el Presidente sin darse cuenta, exhibió su intención: fomentar “un sentimiento en contra de los expresidentes”… mmm… que vaya poniendo las barbas en remojo.