Sr. López / Columna

La Feria / Sr. López 

*** México es de todos  

Tío Ricardo tenía tal fama de arisco que a sus espaldas le decían tío Cardo. Era del lado materno toluqueño, chaparrín, flaco con panza, cejijunto, con bigotito como de requinto de trío y de muy mal genio. Tía Concha su esposa, vivía aterrorizada y cuando él decía: -No me busques, Concha, ¡no me busques! –a la pobre se le iba el color de la cara… hasta que un día, porque voló la mosca, tío Cardo soltó una de sus amenazantes advertencias y ella, harta, se le plantó enfrente con los puños en la cintura y bramó: -“A ver, ¡ándale!, quiero ver qué pasa… ¡ándale!” –y él, mirando para arriba (tía Concha era más alta), susurró: -“No, nada, si te vas a poner así… Conchita” –y de ahí pa’l real.

Cuando el limpio conteo de los votos da el triunfo indiscutible a un candidato, se considera legal suacceso al cargo público. Esa es la legalidad que dan los votos. La legitimidad es después y no se consigue con votos, sino que la obtiene el propio funcionario con sus buenos resultados en el ejercicio del puesto, entendiendo por legitimidad la cualidad de legítimo, siendo legítimo lo genuino, correcto, justo, que se apega a la ley. Así, un legal gobernante puede deslegitimarse después, pasa.

Sin embargo debe advertirse que aun pareciendo inalterable la calidad legal del acceso al poder, a resultas de unos aseados comicios, no es así. Si los votos se los agenció el político engañando a la ciudadanía, si la gente lo escogió creyendo sus mentiras, su elección pierde legalidad, resulta fraudulenta, pasa.

Pongamos eso en remojo y repasemos qué es un déspota, qué es un tirano:

Dejando en paz la historia de Bizancio y Trebisonda, déspota llamamos al que abusa de su poder y gobierna acomodando las leyes a su gusto o de plano, sin respetarlas.

Tirano, ya desde tiempos de la Grecia Antigua, es aquél que gobierna de manera cruel o abusiva, injustamente y reprimiendo a sus opositores. Los griegos de entonces, entendían que se podía ser tirano aun llegando al poder con el apoyo popular.

Muy bien, ahora recuerde usted a nuestro actual Presidente, cuando siendo candidato aseguraba terminar con la corrupción el mismo día que tomara posesión del cargo y que “bajo ninguna circunstancia, el próximo Presidente de la República permitirá la corrupción ni la impunidad. Sobre aviso no hay engaño: sea quien sea, será castigado. Incluyo a compañeros de lucha, funcionarios, amigos y familiares” (casos de estudio: Bartlett, Salgado Macedonio, Ebrard, Mario Delgado, Claudia Sheinbaum, David León, algunos familiares de él… y don Lozoya, el primer corrupto confeso de este mundo que vive feliz, feliz, feliz, él sí). Y también ofreció que el PIB crecería al 4% anual y luego, cuando decreció en su primer año, declaró que no le importaba porque había bienestar.

No se le pase que siendo candidato ofreció “no actuaremos de manera arbitraria” y canceló la construcción del aeropuerto de Texcoco y de una cervecera privada a resultas de “consultas populares” ilegales; que aseguró “escucharemos a todos, atenderemos a todos, respetaremos a todos, pero daremos preferencia a los más humildes y olvidados”, pero no recibe a la familia LeBaron, a los padres de niños con cáncer que piden medicinas, a las mujeres que reclaman los feminicidios.

Recuerde, recuerde usted cuando prometió “actuaremos con eficacia para combatir a la llamada delincuencia organizada”; y no se le olvide que también ofreció: “La política de seguridad será definida después de nuestro triunfo 

En el apartado de política exterior también asumió compromisos, haga memoria de cuando dijo: “En su momento le propondremos al presidente Donald Trump un tratado amplio e integral con Canadá, que incluya también a los países centroamericanos, algo parecido a lo que fue la Alianza para el Progreso”. Pues al Trump no se le hizo, a ver si a don Biden (y ya luego que le pregunte a Centroamérica si le parece bien, digo, sería un buen detalle).

Ya ejerciendo el poder este Presidente ha echado mano de frases con las que explica su estilo de gobernar y que en nada le favorecen: “no le cambien ni una coma”, “con la transformación o contra ella”, “pido lealtad a ciegas”, “llueva truene o relampagueé”, “me canso ganso”.

Bien haría algún asesor en decirle al Presidente que por este camino puede no legitimarse en el ejercicio del poder por como lo ejerce y peor, perder la legalidad de su elección a fuerza de alejarse de sus compromisos, abriendo la puerta para que aleguen los que lo eligieron: por este no voté. Y entonces no faltará quien se ponga a releer su diccionario y se tope con las muy feas palabras: déspota… tirano. Qué necesidad.

Dirá alguien, “no es para tanto, todos prometen”, y sí, pero ninguno nos ha puesto a pelear entre nosotros, divididos entre pueblo bueno y fifís, a pesar de que prometió: “Nuestros opositores siempre tendrán respeto y nunca los veremos como enemigos. Vamos al cambio por el camino de la concordia. México somos todos”; y por el contrario, ha batido todo récord en la historia universal: nadie ha insultado más a todos los que no piensan como él, porque este Presidente es un artista del insulto que abandonó el camino de la concordia para instalarse en el pantano de la polarización y el ninguneo.

Mala estrategia. Parece que no pero el Presidente con todo el inmenso poder que tiene, no puede nada si la gente se le planta enfrente. Nada. No le escrituramos el país, México es de todos.