Sr. López / Columna

La Feria / Sr. López

*** Se acabó la fiesta


Hace muchos años, allá en Toluca, tía Eugenia sorprendió a tío Ricardo -su esposo- en trance de infidelidad. No en un restaurante, en compañía comprometedora; no en una conversación de bulto con anatomía ajena al sagrado vínculo; no por un rastro de lápiz labial en una camisa; no, lo sorprendió con todas las de la ley: en un sofá de la casa en que tenía su despacho de contador, encuerado, en pleno uso de sus facultades viriles con dama distinta a la ofendida. En la conmoción de la sorpresa, él tomó su ropa sin decir una palabra, se encerró en el baño del lugar de los hechos, salió por la ventana y se fue a su casa. Tío Ricardo medía más de 1.90 de estatura, pelirrojo, con barbas como de Moisés. La tía echando espuma por la boca, llegó al domicilio conyugal y para su sorpresa, ahí estaba su marido, en su cama viendo televisión, quien le reclamó que llegara tan tarde y sin avisar dónde andaba. La tía bramó, el tío lo negó… y lo negó… y lo negó con tal convicción que la tía al paso del tiempo, hubo de consultar psiquiatra ya dudando estar en sus cabales. Y él, firme.

La estrategia de negación absoluta funciona siempre y cuando se den algunas condiciones, entre las que destacan que el acto negado no deje rastro y que el interlocutor sea un poco estúpido, cuando menos. Olvida o no sabe esto el actual gobierno federal.
Como bien sabe usted, ayer se retacó de gente el Zócalo de la capital del país. No cabía un alfiler. El motivo fue la celebración del inicio del cuarto año de gobierno del Presidente de la república, quien pronunció un discurso-informe ante esa masa de fervorosos consumidores de torta fría y Frutsi al tiempo.
Para los que cargamos en lomo más de seis décadas de habitar este risueño país, no es algo nuevo o que no hayamos visto antes, es una vieja práctica del Manual del viejo PRI, el imperial ya largamente fenecido. Y aparte de no ser novedoso, no sirven para absolutamente nada estas concentraciones de acarreados disfrazadas de mítines, excepto, claro, para nutrir el ego del gobernante de turno. Bueno, cada quien.
Ayer, el Presidente dijo muchas cosas, entre las que llamaron la atención de este menda unas pocas que revelan algo de las no muy amplias habilidades retóricas de quien así y todo, ha conseguido hacer un gobierno de palabras sin hechos.
Conocedor de su propio discurso, coherente o tozudo, según se quiera ver, no dejó pasar la oportunidad para mandar un mensaje, sencillo pero sentido, que alegra el oído de los que son mayoría en la nación: los pobres. Sí señor, en plan francote, dijo que antes el apoyo era para “los de arriba” y exclamó: “¡Al carajo con ese cuento!” –y la raza de bronce alborozada, imagina que ya no están solos, que ahora ya tienen el mismo destino ellos y los de arriba, porque visto está que el “apoyo” solo sirve para que mantengan su estado de jodidez, sin morir de inanición (eso sí) pero ya es consuelo que a los de arriba no les den… bueno, aparte de contratos y pedidos asignados sin licitaciones, aparte de invitaciones a comer o desayunar en Palacio con el señor, por cierto.
Lo difícil para cualquier otro en el lugar del Presidente, hubiera sido tocar temas en los que todavía no se ven resultados, por ejemplo en seguridad pública, pero ¡ah!, él sabe cómo entrarle a esos toros tan toreados: “Nos dejaron los homicidios muy arriba, ya contuvimos los homicidios y vamos bajándolos”. ¡Que se oiga esa banda! (y chin chin el que diga que ha triplicado el número de asesinatos del mismo periodo de Calderón y duplicado los fiambres de Peña Nieto).
Conocedor el Presidente de la fuerza de su palabra, mandó un mensaje de esperanza: “Estamos de pie; muy pronto saldremos de crisis”. ¡Estamos de pie!… ¡qué creatividad!… ni modo que dijera: estamos acostados, de rodillas, echados o ya nos cargó el tren. ¡Estamos de pie!, claro… pero ¿muy pronto saldremos de la crisis?… ¿dónde hemos oído eso?… suena familiar. Y sí, mire qué ha dicho antes nuestro Presidente:
2 de abril de 2020: “Saldremos pronto de la crisis, será transitoria”… 7 de abril de 2020: “Si seguimos así, saldremos pronto de la crisis”… 30 de abril de 2020: “Estoy optimista y pienso que vamos a salir adelante tanto de la crisis”… 1 de agosto de 2020: “Saldremos de la crisis en último trimestre del año” (hace 14 meses, no se distraiga)… 23 de agosto de 2020: “Ya vamos saliendo» de la crisis”… 1 de septiembre de 2020: “Pronostiqué que la crisis económica provocada por la pandemia sería transitoria; dije que será como una ‘V’, que caeríamos pero que saldríamos pronto; afortunadamente así está”… Y ayer, ¿qué cree?, ¿a que no se imagina?: “Estamos de pie; muy pronto saldremos de la crisis”
Por supuesto el Presidente juega con ventaja, sabe perfectamente que la raza de bronce ni lee sus declaraciones ni ve sus mañaneras. Sabe que lo que dice cuando lo dice, al que lo oye le parece fresquecito. No se vale.
Nada rescatable del discurso de ayer, ejercicio reiterativo de las mismas frases de un Presidente que insiste en hablar en futuro, no en presente y menos en pasado, informando logros.
Sin embargo la nota del día, para este menda, fue la declaración del insoportablemente majadero Paco Ignacio Taibo II, el patán que impuso el Presidente como director del Fondo de Cultura Económica, cuatrotero de los duros, chairo químicamente puro, quien en el Zócalo, antes del inicio del espontáneo evento, respondió a un periodista que le preguntó si había algo que hubieran hecho mal o que les hubiera hecho falta:
“Sí, un montón de cosas hemos hecho mal, quién aprende a gobernar en un país que estaba podrido en su estructura, que tenía trabas burocráticas por todos lados, estamos aprendiendo a gobernar, pero siempre, siempre democráticamente”.
¡Haberlo dicho antes!… están aprendiendo a gobernar y 30 millones de ilusionados votando por quien nos aseguró que tenía solución a todo, por quien sigue neceando que tiene solución a todo. Lo malo es que en lo que termina de aprender ¡se acabó la fiesta!